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lunes, 22 de enero de 2018

No necesitamos más guarderías ni centros infantiles para pensar que estamos trabajando para la infancia

 
Tejer una red de apoyos sociales que de soporte a las familias
  
Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo, un país es rico porque tiene educación. Educación significa que aunque puedas robar, no robas. Educación significa que si tú vas pasando por la calle, la acera es estrecha, y tú te bajas y dices disculpe. Educación es que, aunque vas a pagar la factura de una tienda o un restaurante, dices gracias cuando te la traen, das propina, y cuando te devuelven lo último que te devuelvan, vuelves a decir gracias. Cuando un pueblo tiene eso, cuando un pueblo tiene educación, un pueblo es rico. O sea, en definitiva, la riqueza es conocimiento y sobre todo un conocimiento que le permite el respeto ilimitado por los demás”. Antonio Escohotado

Leyendo un artículo sobre qué hace a las madres con niños menores de 3 años felices en más de 30 países europeos, he observado las contradicciones con los estudios previos y lo fácil que es sacar conclusiones que luego se utilizan políticamente para tomar decisiones que no ayudan a las personas como deberían.

Es curioso que el aumento de guarderías y centros infantiles por la incorporación de la mujer al trabajo no deja de crecer por una necesidad de dejar con alguien a los niños mientras se va a trabajar, pero que no tiene por qué hacer a muchas mujeres más felices ni sentirse más auto-realizadas.

Con niños muy pequeños parece que ni las guarderías ni los permisos de maternidad tranquilizan del todo a muchas madres. Quizás porque la sociedad va contra un instinto que se presenta de múltiples formas, y además  como sospecho, que no se da el número de opciones adecuadas a cada situación familiar particular.