Imagínense un lugar donde pueden hacer lo que más les guste, un lugar donde tengan libertad y las cosas que necesitan. Un terreno donde no hay nada que temer porque la seguridad es lo primero y donde además están con sus mejores amigos.
Desde que entran en ese sitio hay una persona especializada que vela por que ustedes estén a gusto y seguros y que además cuida de que tengan lo que necesitan para que vayan creciendo y madurando con placer.
En este espacio del que les hablo suelen florecer las felicitaciones y los halagos así como los límites, pero donde a la vez no son juzgados ni castigados arbitrariamente y esto es porque les comprenden sus miedos y valentías, sus fantasías y realidades, sus dificultades y talentos.
En este universo del que yo les hablo les valoran sobre todo su presencia como seres únicos y especiales, les miran sus dibujos, sus juegos y todas sus producciones con gran interés y cariño.
No me dirán que no es como estar en el cielo. Pues eso es precisamente una sala de psicomotricidad relacional para los niños. Un espacio donde son libres para jugar a lo que más les guste, con gran cantidad de materiales con los que imaginar a ser bombero o bombera, vaquero o vaquera, príncipe o princesa, pirata, superman, spiderman, tortugas ninja,...
A donde yo les quiero llevar es a un espacio en el cual las colchonetas, las espalderas y los bloques de gomaespuma son montañas que escalar, abismos que saltar, cabañas que construir, batallas que librar y tesoros que descubrir. Lugares donde se disfruta del cuerpo con volteretas, balanceos o caídas sobre mullidas colchonetas.
Déjenme explicarles que todo eso es un lugar donde hacer y hacerse como persona, un lugar donde sentir y aprender a sentir porque cuando los niños tienen ese medio ambiente especialmente diseñado y equilibrado, libre pero con normas, entonces favorecemos el que se desarrollen con armonía.
Jugando y en relación con los otros consiguen aumentar su confianza en sí mismos, en sus capacidades y posibilidades puesto que poco a poco por sí mismos van conociendo y poniendo a prueba su cuerpo y su mente.
En ese ambiente que vengo contándoles, día tras día con sus sentidos relacionarán conceptos mientras los viven: alto, bajo; izquierda, derecha; delante, detrás; cerca, lejos; grande, pequeño, etc.
Todo será analizado y memorizado a través de sus músculos, su piel, sus emociones, su vista, su oído, equilibrio,…
En definitiva eso y mucho más es lo que ocurre en el universo adecuado que con mimo y unas directrices especiales crean los psicomotricistas relacionales.
¿Será entonces cierto que los niños sueñan con salas de psicomotricidad?