“Las técnicas de estimulación temprana son políticamente correctas, pero no muestran una efectividad suficiente para hacer aconsejable su aplicación como un procedimiento preventivo válido”. Prats-Viñas, José M. Neuropediatra.
Estamos llenos de estudios que aparentemente demuestran las bondades de las intervenciones tempranas, lo que puede llevar a pensar erróneamente que no hacen falta más pruebas e investigación porque es algo que ya se da por supuesto.
Por desgracia cuando uno empieza a revisar con una actitud crítica se da cuenta que muchas de las conclusiones de los artículos simplemente subrayan las creencias y buenos deseos de los investigadores.
Muchos de los estudios publicados presentan grandes fallos como para hacer semejantes generalizaciones. Los números de casos estudiados son pequeños, hay fallas metodológicas, no se aclaran las limitaciones, las variables establecen débiles correlaciones, se citan otros estudios y meta-análisis de baja calidad o estudios muy antiguos de otros países, etc.
A pesar de todo ello en las conclusiones de los estudios se quiere transmitir una positividad tranquilizadora. Resulta difícil para las personas que buscan una mayor efectividad de las intervenciones, lejos de la complacencia de muchos psicoterapeutas con sus intervenciones tradicionales, no llamar a la prudencia y a un cambio en la forma de atender a la infancia.
Una de las asignaturas pendientes de la Atención Temprana es aumentar los recursos en la investigación de calidad y no a las presentaciones de caso único en los congresos que conmueven emocionalmente a los presentes, pero que no arrojan excesiva luz sobre los colectivos que atendemos. Aplaudirnos los unos a los otros nos ayuda a sobrellevar las enormes dificultades de nuestro trabajo y a pensar que estamos ayudando, pero no deja de ser un auto-engaño.
Por desgracia cuando uno empieza a revisar con una actitud crítica se da cuenta que muchas de las conclusiones de los artículos simplemente subrayan las creencias y buenos deseos de los investigadores.
Muchos de los estudios publicados presentan grandes fallos como para hacer semejantes generalizaciones. Los números de casos estudiados son pequeños, hay fallas metodológicas, no se aclaran las limitaciones, las variables establecen débiles correlaciones, se citan otros estudios y meta-análisis de baja calidad o estudios muy antiguos de otros países, etc.
A pesar de todo ello en las conclusiones de los estudios se quiere transmitir una positividad tranquilizadora. Resulta difícil para las personas que buscan una mayor efectividad de las intervenciones, lejos de la complacencia de muchos psicoterapeutas con sus intervenciones tradicionales, no llamar a la prudencia y a un cambio en la forma de atender a la infancia.
Una de las asignaturas pendientes de la Atención Temprana es aumentar los recursos en la investigación de calidad y no a las presentaciones de caso único en los congresos que conmueven emocionalmente a los presentes, pero que no arrojan excesiva luz sobre los colectivos que atendemos. Aplaudirnos los unos a los otros nos ayuda a sobrellevar las enormes dificultades de nuestro trabajo y a pensar que estamos ayudando, pero no deja de ser un auto-engaño.