“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad.” Karl Augustus Menninger, psiquiatra
Es interesante el pensar en cuidar el
ambiente ya que éste sostiene al niño a través de la madre, el padre,
los abuelos, los educadores, el barrio, etc.
A veces es un problema acentuar demasiado en el niño, lo he visto en parejas que acaban distanciándose por diferencias en el cuidado y ambos querían lo mejor, a su manera, del niño. Pero los extremos y las visiones únicas sobre los problemas provocan mucho malestar en las personas y asesinamos la razón a base de nuestras razones.
Cuidar de un niño también implica el cuidado de la pareja, de los abuelos, de los maestros, del barrio, etc. Y es así porque las emociones se transmiten, nos contagian y nos tocan directa e indirectamente a todos; pudiendo llevar al traste nuestro capital de bienestar, felicidad y convivencia hasta la bancarrota, porque nadie es inmune a los sentimientos.
Si uno piensa solamente en sí mismo o en su hijo, rompe inmediatamente el pacto social que permite la convivencia justa con los otros. Aquí reside el fallo de la falta de autoridad en la escuela y de los padres. Es un asunto de egoísmo y un exceso de empatía con nosotros y en nuestros hijos. Podemos decir que tenemos una sociedad mono-empática a altos niveles.