domingo, 29 de marzo de 2015

La mayor eficacia de las intervenciones es durante los 6 primeros años de vida

 'En psiquiatría infantil hay que prevenir, porque curar es difícil'.
María Jesús Mardomingo, psiquiatra infantil

Desde el útero hasta los primeros 4 años de vida el cerebro se desarrolla a contrarreloj y se asientan los mecanismos más importantes para enfrentar la vida. En este breve tiempo, por ejemplo, se desarrolla la regulación de la respuesta al estrés y la base de las emociones. La pronta detección de cualquier trastorno es vital para mejorar las intervenciones y la vida futura de los niños. Cada año, cada mes que pasa sin actuar hace que ese cerebro madure de una forma que complica las actuaciones terapéuticas o educativas futuras.

“En los Estados Unidos, el 17% de los niños presenta discapacidades en el desarrollo o la conducta tales como: autismo, discapacidad intelectual o trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Adicionalmente, muchos niños presentan retraso en el lenguaje y otras áreas”. 

El suicidio, que puede ser el resultado de la interacción de los trastornos mentales con otros factores, fue la segunda causa principal de muerte entre los adolescentes de 12 a 17 años en 2010.

domingo, 22 de marzo de 2015

El invento de los cuidados infantiles

“En la cultura, como en la naturaleza, frecuentemente sistemas que son producto de fuerzas selectivas no logran sobrevivir, no porque sean deficientes o irracionales, sino porque encuentran otros sistemas que están mejor adaptados y son más poderosos”. Marvin Harris
 

“No se trata sólo de que los padres ya no sean guías, sino de que ya no existen guías, los busquemos en nuestro propio país o en el extranjero. No hay ancianos que sepan lo que saben las personas criadas en los últimos veinte años sobre el mundo en el que nacieron”. Margaret Mead


Vivimos inmersos en sistemas culturales que se miran a sí mismos preocupados por replicarse de la mejor forma posible, pero sin ver ni entender otros sistemas culturales e incluso malinterpretando los avances científicos a nuestro favor.

Hemos de comprender que cada sociedad y las personas en identificación con un grupo de referencia desarrollan unas ideas de qué es la infancia y cómo deben ser sus cuidados. 

Nuestras prácticas de crianza obedecen a sistemas de creencias que se han legitimado en pautas de comportamiento, y estas, lejos de ser verdaderas y eternas cambian con el tiempo. Al ultra convencido de su sistema recordarle que lo que nos parece correcto ahora puede verse como erróneo y trasnochado en el futuro.  Un sistema “correcto” puede volverse “incorrecto” en otra sociedad o incluso en la misma con el paso de los años. 

A veces, incluso la experiencia personal marca un cambio en esas ideas que nos persiguen para dar sentido a nuestra continua construcción de rol de padre o madre. Por ejemplo, es corriente que los padres y madres primerizos indaguen en libros, por Internet y en cursos sobre todo tipo de crianzas pero que con la experiencia, en sus próximos hijos, cambien y se relajen e incluso dejen de lado las pedagogías libres y del apego o de estimulación.

Para los convencidos ciudadanos occidentales deberíamos decir que nuestra forma de educar y cuidar no es que sea la mejor ni la que se deba implantar obligatoriamente en todas las partes del mundo. Nuestra idea de los derechos de la infancia se debe simplemente a nuestra construcción histórica.