lunes, 5 de octubre de 2009

Educación emocional desde el útero materno

 "Todos somos producto de nuestra historia  de desarrollo en el útero materno". Vivette Glover

Hace tiempo que leo sobre la transmisión de los efectos del estrés y de las emociones en las generaciones siguientes. También hay estudios muy interesantes de como influyen el tabaco, el alcohol, la contaminación, la dieta y en definitiva el estilo de vida en la configuración del ser que va a nacer.

Parece ser que las probabilidades de padecer ciertas enfermedades de adultos, el nivel de hiperactividad y atención, la esquizofrenia, el bajo coeficiente intelectual, los problemas conductuales o de aprendizaje de muchos niños se crean durante el embarazo.

Esta semana en Redes, programa de divulgación científica, se explica muy bien algunas de las últimas conclusiones sobre las repercusiones que pueden tener en el feto y para toda la vida desde el apoyo de la pareja hasta el ambiente laboral o el tipo de parto.

Resulta obvio que lo que necesitan las mujeres y los bebes incluso antes de nacer es tiempo para ellos y ser queridos. Una sociedad como la nuestra, tan estresante, ansiosa y competitiva produce enormes daños a los individuos a lo largo de toda su existencia y más allá. Y es que nuestro pasado condiciona nuestro presente y condicionará nuestro futuro.

Añadiría lo dicho en Redes sobre los efectos biológicos del cortisol y otras hormonas en los genes (que señalan los estudios de la epigenética), los efectos de la transmisión cultural y de narrativas psicopatógenas entre padres e hijos. Las historias familiares que llevamos a cuestas o que contamos a nuestros hijos también influyen en la configuración de su psiquismo.

Os dejo el vídeo integro, merece la pena escuchar a la investigadora en psicobiología perinatal del Imperial College London, Vivette Glover.

Descarga la transcripción de la entrevista.

domingo, 4 de octubre de 2009

La sociedad con trastorno de atención e hiperactividad

"Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad". (Guy de Maupassant)

Leía hace poco un artículo titulado “Padres poco comunicados con sus hijos”. Y la reflexión pone sobre la mesa una nueva forma de sociedad inatenta, despistada e incluso descuidada con los bebes y niños pequeños. 

Las nuevas tecnologías se han introducido en nuestras vidas e invaden todos los ámbitos públicos y privados. Es por ello que con relativa frecuencia en el cine, en el teatro, en una reunión, en la consulta del médico, en hospitales, entre padres e hijos, etc. suena inoportunamente el móvil con una llamada o con un mensaje; y entonces personas con actitud ansiosa buscan en los bolsillos y bolsos el teléfono para contestar rápidamente, focalizando su atención en ese hecho y dejando de atender u observar a todo aquel que está a su lado.  

De repente, en un segundo se ha terminado abruptamente una conversación, una mirada, un acompañamiento a otra persona que nos escuchaba o miraba. Y nos quedamos con la sensación de que algo se ha roto, de un vacío porque han dejado de hablarnos o ya no nos escuchan. 

No es sólo el móvil, otros permanecen enganchados a minúsculos reproductores de música haciendo varias tareas simultáneamente o charlan contigo mientras escuchas de fondo un sonido que sale de sus auriculares. Bajan el volumen pero algunos no llegan ni a apagar el aparato. 

Estos son los casos más comunes pero con la celeridad de la tecnología nos movemos a estar más interconectados a través del Internet móvil y las nuevas redes sociales: Facebook, Tuenti, MSN, Twitter. Cada vez hay más gente pegada a una pantalla viviendo múltiples vidas: la que tienen y la que narran según el perfil que han creado en esas redes.  

Todo esto trae unas nuevas formas de relación entre las personas que en mi opinión están más “conectadas” pero más alejadas porque se crea una falsa sensación de cercanía en la que falta el cuerpo y la sensación, incluso la coherencia vital. 

A esto se le suma el problema del espacio temporal. Hablamos y chateamos a cualquier hora y desordenamos el orden que antes había. Ya no hay un tiempo para cada cosa sino que se interrumpe, se pospone y se vuelve a retomar a destiempo acciones que son prioritarias y más importantes que otras. Y esto es realmente grave cuando cuidamos de otras personas.

Cada mensaje que llega a la bandeja del correo o SMS supone un impacto emocional. Un pequeño desasosiego, una diminuta incomodidad, una corta inquietud, un algo que impulsa a ser descubierto y se prioriza compulsivamente. ¿Quién será? ¿Será importante?...

Es a mi parecer la interrupción continua de los estados de atención, de las secuencias temporales para llevar a cabo una acción planificada con eficacia y esto no puede más que traer un desajuste en este campo. Es curioso que cada vez se diagnostica más TDAH pero: ¿Cómo es la atención y las acciones de los adultos que educan?  

Bien, en esta entrada lo que me interesa remarcar no es lo que nos pasa en nuestras relaciones entre adultos sino la traslación de este tipo de relación a los bebes y niños. Lo que observo es que la gente joven y no tan joven podemos estar tan condicionados al sonido de un móvil como el perro de Pavlov que salivaba en cuanto oía una campanilla.  

Pues al tema: El problema viene cuando estamos con nuestros hijos o con los niños a nuestro cargo. Me pregunto cómo establecer una comunicación de calidad en la que los bebes puedan encontrar el rostro y la atención mantenida para hacer peticiones y aprender de las reacciones faciales, vocales y corporales del cuidador y de esta manera empezar a elaborar las habilidades necesarias para descodificar el lenguaje no verbal correctamente y así desde el sentirse plenamente escuchado por los padres y cuidadores sentir seguridad en las relaciones; puesto que ya me dirán ustedes si estos infantes no tienen modelos adecuados de comunicación como van a hacerlo o como van a sentirse. 

Si no se les habla lo necesario, si no se les canta, si no se tiene paciencia, si cambiamos constantemente de actividad y emoción, si no se les mira con la suficiente capacidad, calidad y buena disposición. ¿Dónde hallarán estos modelos?

Los bebes necesitan del espejo de sus madres y cuidadores. El precio de nuestra especie por nuestra inteligencia es nacer más desvalidos que otros mamíferos. Y esto se compensa por los grandes cuidados que les dispensamos hasta la adolescencia y la gran capacidad del aprendizaje humano. Pero resulta que la calidad de la relación comunicativa, base de esa capacidad de aprender ya que somos animales sociales, se está transformando.  


Puesto que el tema es inquietante dejo en el aire estas preguntas: ¿Qué repercusiones puede tener esto sobre las futuras generaciones? ¿Cómo son las vinculaciones de estos nuevos individuos? ¿Cómo se relacionarán con sus padres y sus compañeros? ¿Cómo sentirán la presencia del otro? ¿Podrán descentrarse de sus necesidades para encontrar a otras personas? ¿No crea esto una tendencia a desinteresarse del mundo exterior y a ensimismarse en lo imaginado?  

Quizás como la evolución biológica de Darwin, la evolución cultural es ciega y no podemos saber a dónde llegaremos. La sociedad se retroalimenta así misma lejos del bien y del mal, de lo correcto o incorrecto, incluso al margen de la solución más eficiente para ser felices como individuos o como grupo y es posible por lo tanto que lo que vivimos se quede en olas u ondas expansivas de acontecimientos que van y vienen; y la educación en valores a la que presumimos muy poderosa y dedicamos muchos esfuerzos sea tan sólo una ola formada de agua y espuma que puede llegar a buen puerto o no.

Por cierto, se me olvidaba: apaguen sus móviles y demás artilugios y cachivaches electrónicos cuando estén con bebes y niños e intenten estar atentos a sus expresiones e intereses.