domingo, 28 de septiembre de 2008

Desarrollar capacidades


Hay personas que tienen grandes capacidades y ese es el caso de Nerea Iturgaiz. Me encontré con ella en un curso de diseño de páginas Web y se sentaba a mi lado. 

Casi todos los días con gran paciencia me explicaba las cosas que aunque elementales, a mí me costaban un montón.  La ilustración que he puesto en esta entrada la hizo un día con gran rapidez, le bastaron unos golpes de ratón y acabo dejándome boquiabierto. Es solo un borrador así que imaginaros lo bien que puede dibujar, yo que he podido ver algunas de sus páginas Web no he visto diseños más bonitos y mejor hechos. 

Bien cuando trabajamos con personas sean estas adultos o niños hay dos cosas que tenemos que tener presentes y son el tiempo que les dedicamos y la perseverancia en las metas que nos hemos propuesto. 

Pensemos que la capacidad para realizar una tarea tiene mucho que ver con las veces que ensayamos ese conjunto de acciones que nos llevan a terminarla.

 Llegados a este punto vemos que para hacer cualquier cosa nos servimos de nuestro cuerpo como principal herramienta para realizar nuestras acciones. 

He de matizar que para un psicomotricista mente y cuerpo forman una unidad. Lo uno repercute en lo otro. Entrenar el cuerpo es entrenar la mente y viceversa. 

Os pongo un ejemplo, cuando un niño se sube a una espaldera, se quita los zapatos, hace un puzzle o se abrocha una bata está realizando complejos cálculos para aprender a utilizar la fuerza justa y necesaria o la coordinación ojo mano para que su cuerpo interactúe de manera exitosa con el mundo y esos objetos que le rodean.

Si por nuestros miedos a que se hagan daño, falta de tiempo o por falta de paciencia no dejamos que los niños perseveren en sus intentos de subir, bajar, saltar, vestirse, construir o destruir,… entonces no podrán poner en práctica sus potenciales capacidades. Está claro que hablo de dejarles hacer y de jugar en ambientes seguros si se sube a una barandilla el no ha de ser rotundo.

A lo que me refiero es cuando les sobreprotegemos o por el contrario les abandonamos a su suerte. En estos casos les secuestramos las posibilidades de ensayar las habilidades que necesitan para ser autónomos y sobre todo les impedimos los intentos de conseguir logros. Algo muy importante para que se conviertan en personas seguras y con buena autoestima.

Desde esta situación tan sutil de prohibir demasiado, de inhibir los intentos de los chicos o de lanzarlos sin cuidado a todo tipo de acciones moldeamos sin darnos cuenta unos tipos de personalidad que pueden repercutir luego en la escuela y en su vida de adulto. 

No hablo del temperamento que es más genético y cada persona nace con uno sino de rasgos que son fijados a través de la educación recibida, de la relación con los otros. 

Observando uno se da cuenta que hay niños que prácticamente no se mueven, quizás porque les riñen cuando lo hacen: “¡estate quieto!”, “¡no subas allí!”, “¡bájate!”, etc. Circunstancias que cuando no son ajustadas impiden el desarrollo psicológico y motriz del niño.

Por otro lado hay niños que no saben pararse y por lo tanto no progresan en otras dimensiones, son niños a los que no se les ha parado y ahora son incapaces de transitar con atención y tranquilidad en determinadas tareas.

Si queremos desarrollar las capacidades de los niños debemos acompañar con sabiduría, dejando hacer o conteniéndolos cuando no saben hacerlo. 

El contexto que nos rodea es decisivo. Como ejemplo de lo que os digo, con la dedicación y la paciencia que me dio Nerea, la profesora y mis compañeros ahora seguramente por fin sea capaz de conjuntar mejor los colores y las formas en las páginas Web que haga.

Un saludo y gracias a todos mis compañeros.

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